martes, 21 de agosto de 2012

ÑU

10 de Agosto de 2012. Fiestas de Lavapiés

Prácticamente todo el rockerío de Madrid que no estaba fuera de la ciudad se dio cita en esta mágica noche. No podías dar un paso sin encontrarte con algún conocido. Sólo faltaba que el incombustible Molina y su gente estuvieran a su propia altura, y lo estuvieron.

Con apenas siete ú ocho minutos de retraso ÑU arrancó con una especie de trilogía conceptual sobre la chaladura: “Animales Sueltos”, “No Hay Ningún Loco” y “La Granja Del Loco”. Tras un comienzo tan potente, se bajó de golpe el ritmo de la actuación con una canción del primer trabajo que mucha gente no conocía: “El Juglar”.
El concierto fue más o menos en la onda de otros que hemos visto anteriormente, con una tendencia a interpretar demasiados temas sin voz, sólo de forma instrumental. “De Fiesta”, por ejemplo, nunca ha tenido letra, pero cuando se la quitas a canciones que sí la tenían… Es un poco chocante. Así sucedió por ejemplo con “Manicomio”, “Títeres”, o “A Golpe De Látigo”, que acortaron bastante al integrarla en un medley con “Entrada Al Reino”. En cambio, en otras composiciones como “Trovador De Ciudad”, “Tocaba Correr”, “Sé Quién”, “El Hombre De Fuego” o “La Bailarina” José Carlos cantaba con total normalidad. ¿A qué se puede deber esta extraña manía? Como esto ha ocurrido otras veces, se puede sospechar que el flautista podría padecer algún problema con su voz. Pero, como decimos, cuando canta no lo hace nada mal. La única explicación que se nos ocurre es que Molina quiere ofrecer algo diferente en su show, y al menos es una forma novedosa de interpretar las canciones. O quizá simplemente quiere prevenir ahora que está a tiempo, evitar que la edad y la fatiga le terminen por estropear la voz. En cualquier caso, la mayoría del tiempo que debería estar cantando lo ocupa con su flauta, con lo cual, el desgaste pulmonar debe ser parecido.
Estas razones no parecían importar mucho a la gente, que disfrutaba de lo lindo con los clásicos que hemos mencionado, y se lo pasaba igualmente bien en las canciones “reconvertidas”, aunque con la lógica perplejidad. Sólo hubo algunos momentos de aburrimiento, cuando empezó a transcurrir demasiado rato sin la voz de José Carlos, entre temas que no se cantaban, solos y fragmentos instrumentales de otros grupos, por ejemplo de Deep Purple. Pero en cuanto el público daba algún síntoma de impaciencia bastaba uno de los grandes himnos de Ñu para poner las cosas en su sitio. Esta vez tuvieron el acierto de olvidar su lamentable último trabajo, “Viejos Himnos Para Nuevos Guerreros”. Todo es cuestión de gustos, aunque nos ha parecido horroroso hay gente a quien le ha gustado mucho, pero lo que es difícil de discutir es que no es un disco muy apropiado para el directo.
En la recta final la actuación se vio tremendamente revitalizada gracias a la aparición de la guapísima y genial violinista Judith Mateo. Con su instrumento acompañó al grupo en “El Tren”, “El Flautista” y “La Danza De Las Mil Tierras”, demostrando además unas excelentes cualidades para animar al público. Fueron posiblemente los mejores minutos de la noche. ¿No se habrá dado cuenta Molina de lo mucho que ganaría Ñu con esta chica a tiempo completo?

El obligado bis no dejaba margen para mucho. Unas fiestas incrustadas en plena calle, con las viviendas de los vecinos casi rozando el escenario, no podían finalizar muy tarde, así que sólo hubo tiempo para un tema, nada menos que el gran “Más Duro Que Nunca”, que todos saboreamos con gran intensidad al darnos cuenta de que era definitivamente el último. Otra gran noche del flautista y sus huestes. ¡Hasta la próxima!
Nacho Jordán

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