Mucho tiempo, demasiado diría yo,
llevaba una de nuestras bandas de heavy metal más carismáticas y queridas sin
tocar en nuestra ciudad, en su ciudad, Madrid. Han tenido que pasar unos
cuantos años, unos cuantos cambios en su formación y un sinfín de avatares
tanto personales como profesionales para poder asistir de nuevo en la capital a
otra descarga de Silver Solórzano y
su banda.
Pero antes de saltar a escena el
cabeza de cartel fueron calentando la fría y lluviosa noche madrileña otras dos
bandas a las que no tuve oportunidad de ver por estar atendiendo a otros asuntos,
los levantinos PROMETHEUS y los
groove metaleros GRAPESHOT. Por lo
que nos cuentan ambas lo hicieron bastante bien ganándose a un público que
esperaba con impaciencia la salida del grupo motivo de asistencia de la mayoría
de una concurrencia que, sin ser lo numerosa que merecería la ocasión, sí estuvo
entregada de principio a fin del show.
Pasadas las diez de la noche
apareció sobre las tablas como excelente maestro de ceremonias nuestro
amigo José Mora, conductor durante
más de tres décadas del programa de radio La
Cabaña del Tío Rock, presentando a la banda e interactuando con el público
con referencias futboleras a una pasión común como es el Atlético de Madrid,
con notable presencia de miembros de la peña atlética Sons Of Atleti–Heavy Metal Fans ATM, para ir haciendo tiempo
mientras intentaban solucionarse los problemas técnicos que lastraron parte de
la actuación de SILVER FIST.
Tras la presentación de José se disparó la música de la
película “Tiburón” a modo de intro tras la cual salieron a matar los seis
componentes del grupo con un ojo puesto al frente y otro a la espalda para
ajustar un sonido que no acabó de estar a la altura de su calidad. El micro de Silver iba y venía teniendo que tirar
en algún momento de el del teclista Filtheau,
se saturaba por momentos con un volumen excesivo de la batería del recién
incorporado David Borreguero, que
junto al guitarrista Adrián Aguilera
han sido los dos últimos fichajes para completar la alineación titular junto al
guitarrista Alex Scorza y al bajista
Carlos G. Hernández.
Los citados problemas no mermaron
en absoluto las ganas y la notable calidad técnica del grupo, con Silver como siempre dejándoselo todo junto
al incansable Flithó sin parar de
moverse y provocar a un público que desde una premonitoria “El Infierno En Mi”
no paró de jalear y acompañar con palmas y coros. Tras este tema más reciente,
momento para dos de los himnos de la banda “El Predicador” que fue ejecutada
con la rabia habitual y con unas muy buenas prestaciones a las guitarras de Alex y Adrián, parece mentira que tanto este último como David apenas llevaran cuatro o cinco
ensayos con el grupo, como sucedió en la más pesada “Cielo o Infierno” con unos
golpes de caja matadores, a pesar de que el sonido todavía no acababa de
aclararse.
Sin tregua enlazaron con “Todavía
Vivo”, declaración total de principios llena de mensaje con la que continuaron
reivindicando su última entrega “Fe
Ciega” que por lo que parece no ha llegado a todo el mundo que debiera y
que podría haber caído en el olvido después de dos largos años de su
publicación, pero eso no pareció importar para los que allí coreaban sus temas
sin parar, al igual que los más antiguos como la atormentada “Mártir” llena de
desgarro, volviendo a los nuevos con la contundente en clave thrash metalera
“Mi Rebelión” que también fue muy bien recibida.
Tras este primer tramo
arrollador, pequeño respiro con un guiño a los teclados para “Believe” de Savatage como preludio a una
sobrecogedora “Aún Creo en Ti” que se llevó una de las mayores ovaciones de la
noche amén de ser acompañada con fuerza en sus coros por todos los presentes.
Vuelta a la velocidad y la caña con “Fe Ciega” y “Se Acabó” para que lucieran
las guitarras, sobre todo con un Alex
Scorza que ha evolucionado una barbaridad desde que tuvimos ocasión de
verle hace ya unos cuantos años con Crienium.
Mínimo cambio de vestuario de Silver para cambiar la camiseta de los Sons por la del siempre añorado Ronnie J. Dio y homenajearle con una
gran versión del clásico de Rainbow
“A Light In The Black”, espectacular la ejecución a los teclados por parte de Filthó, metiendo también alguna
variación rítmica y en los arreglos de guitarra quedándoles muy bien.
La traca final acabó de romper
cuellos con una crudísima “Tormento” y con una espectacular “En Llamas” donde
terminamos de dejarnos todos la voz siguiendo su épico ritmo entre redobles y
coros para poner el colofón a una noche de Heavy Metal con mayúsculas, que
podía haber sido mucho más grande de no ser por los citados problemas de
sonido, y que con la que volvíamos a reencontrarnos con una de nuestras bandas
más queridas, esperemos que no haya que esperar tanto para la próxima ocasión y
que por fin pueda consolidarse y tener la continuidad deseable.
Mariano Palomo
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